Salgo
de la ducha eufórico. Me siento muy feliz, repleto de energía, siento que nada
puede detenerme. Una creciente seguridad en mí mismo, en mis posibilidades, una
potente positividad latente por mis venas. Noto que soy capaz de comerme el
mundo.
Salgo
con paso firme y me detengo delante del espejo. Me observo como nunca lo había
hecho. Los encuentro, multitud de defectos, un cuerpo asimétrico pese a que las
ilusiones ópticas lo disimulen. Pero me dedico una sonrisa rebotada. Ese soy
yo. Al que veo reflejado es a quien debo amar, porque todos los defectos me
definen, sí. ¿Pero sólo los defectos? No, también mis virtudes.
Me
vuelvo a mirar y asiento para mí mismo, hacia mis adentros: sí, ese soy yo. Y
empiezo a gustarme. Un torrente de vibrante energía renovada corre sin
contemplaciones por mis venas, tiñendo cada músculo de fuerzas suficientes como
para enfrentarme a cualquier cosa. Me sonrío coqueto, jugueteo con las cejas e
intento seducirme. Y lo consigo. Me quiero y eso me hace más grande.
Me
guiño un ojo y entonces salgo de los baños sacando pecho, dispuesto a arrasar
con todos mis objetivos. Da igual que falle quien falle, si caes y no tienes
quien te tienda la mano al final serán tus piernas y tus brazos los que te
hagan levantarte, y tus pies serán quienes hagan el camino. Yo seré el último
en fallarme. Siempre seré yo, por siempre, y lo sé. Eso me hace sentirme más
valioso. Eso me hace, en última instancia ser consciente de mí mismo. Eso me
hace más fuerte.
Primero tiene que quererse uno mismo para que luego le quieran los demás, uno mismo es el que nunca fallará.
ResponderEliminarLa imagen toda un puntazo para el texto.
Besotes!!!!!!
Jojojoj!! Me gusta... Me gusta!!!
ResponderEliminarEstá muy bien, me ha gustado mucho este fragmento :D ¡Me gusta esa visión de la vida! :D
ResponderEliminar¡Que gran verdad!
ResponderEliminarQuerernos a nosotros mismos. Aunque, a veces, una ardua tarea.
Me ha encantado!
Saludos