Para tratar la carencia de destreza al escribir sólo hay una solución: escribir. Y como complemento la lectura, de nuevo insisto en ello pero es muy importante ya que disponer de un amplio vocabulario, una larga lista de expresiones hechas almacenadas en tu cabeza, y demás recursos de los que uno se nutre devorando hoja tras hojas de otras obras hace que se antoje más fácil encontrar las palabras que más gusten para plasmar un pensamiento, una historia. Volviendo al "aprender a escribir escribiendo" cabe decir que con pequeños ejercicios bastan, pero hay que tener cierta periodicidad al ejercitarse sino la pérdida de práctica oxida la destreza. Con cualquier cosa vale, desde coger una historia que hayas escuchado e intentar escribirla, a llevar un diario, tomar una obra ya escrita y escribir el pasado de algún personaje, un final alternativo, etcétera. En resumen, cualquier ejercicio en el que se vea el futuro escritor escribiendo.
El otro problema a resolver es la ya citada falta de claridad de lo que se pretende plasmar. Ya sea para obras extensas o para textos cortos, lo mejor es escribir las frases sueltas que se te ocurran y los conceptos que quieras abordar en una hoja. Sobre esta hoja, que es en sucio, el autor hará las flechas que considere oportunas, irá mezclando como él quiera, en resumen, irá hilvanando estos trozos de pensamientos de tal forma que luego podrá esquematizarlo todo y, teniendo un guión, lo podrá ver mucho más claro para mirar triunfal a la hoja en blanco.
Ahora, con las ideas bien claras y habiendo entrenado la conexión mano-cerebro, el escritor ya está preparado para dar fin a la frustante hoja en blanco que a veces dura en exceso.
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