El tic-tac de mi reloj empezó a ser ahogado por los latidos de mi
corazón. Fuertes, con una violencia extrema, consiguieron extraerme de
la realidad. En cuanto empezaron a remitir, el tiempo parecía detenerse
a la par. Ahí estaba yo, expectante. Sabía que ya venía. Sentí un
hormigueo en la mano. Y de repente un torrente de energía se desencadenó
dentro de mí y mi alma empezó a temblar. Un sinfín de ideas
atolondraban mi mente. Pero supe atraparlas, pude canalizar el fervor de
esa ardiente sensación, pues ya son muchos los episodios sufridos de la
misma índole. Ya ha pasado mucho tiempo desde que su sonrisa consiguió
traspasarme. Y por ella es por lo que cogí el bolígrafo y me puse a
escribir.
Extracto de una libretita negra de El Barbus
Llevas mucho tiempo pidiéndome que me decida a aportar mi granito de arena con algún comentario, y definitivamente hoy no he podido evitar hacerte caso por fin. ¿Por qué será que me suena esa libretita negra de la que hablas? Quizás porque me encanta cotillearla siempre que puedo. Sabes que te la regalé con toda la ilusión del mundo, para que dejaras plasmadas todas tus ideas y todos esos pequeños textos que empezaban a acumularse en conversaciones y tablones; pero ¿quién me iba a decir que tiempo después conseguirías abrirte camino y hacerte un hueco en el mundo de la literatura? Evidentemente has conseguido arrancarme una sonrisa (una más) con ésta última entrada, como consigues hacerlo con cada uno de esos trocitos de ti que guardas en "la libretita negra". Estoy orgullosa de ti, barbudo, pero eso ya lo sabes :)
ResponderEliminarIrene
Jolines qué cosas más bonitas escribes Barbitas, desde luego a la que vaya dedicado debe estar muy enamorada de ti. Este pequeño fragmento está cargado de sentimiento y cariño, enhorabuena.
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