Toda mi vida he pasado cerca del Teatro de los Sueños Escritos. Toda no, hasta hace poco.
Dentro de mí se removió mi faceta de escritor aficionado y empecé a mirar con recelo aquel cartel luminoso que te vendía varios títulos, desde "Escribir es fácil, sólo tienes que tener algo que contar" a "Cómo publicar en cuatro pasos sencillos" y, por supuesto, los clásicos tales como "Paraíso Editorial Tradicional".
Entonces llegó mi primer título y el ánimo de dar un paso hacia adelante: entrar dentro y ver la actuación en directo para, con suerte, aprender y llegar un día a representar un papel.
Mi sorpresa fue grande. No se parecía en nada a lo que yo me imaginaba, me habían vendido una cosa y luego me encontré con otra. Y me sigo encontrando, pero ahora con más rodaje la cosa cambia.
Aún habiendo visto las asperezas del camino hacia un papel en la Gran Obra del Negocio y Arte del Papel, mi yo más íntimo me instaba en seguir intentándolo.
¿Qué asperezas? Varias, pero casi todas importantes. ¿Por qué? Fácil, ¿de qué sirve que tropiece y me caiga si el suelo es de goma espuma? ¿Qué cicatriz o herida que tarda en curar me deja? Nada, así que casi todas necesarias para aprender. Pero, ¡ay! de una en concreto que me lacera la paciencia, me hierve la sangre y me... (corto por obscenidades varias). Llegados a este punto abordaré, con la máxima templanza de la que disponga, el tema X.
Hacerse un nombre. Sí, porque la gente tiene que conocerte, eso vende, eso atrae. ¿Cómo puedes darte a conocer? Pues con blogs, con las redes sociales... Pero siempre siendo tú. Pasito a pasito, sin perder el norte. Porque más de uno ha perdido el norte o quizás nunca supo dónde estaba y sólo quería llegar a la meta. Y ahí es donde radica el problema. Ya tenemos el fertilizante que hace brotar a miles de spameadores, pelotas e hipócritas.
¿En serio vale la pena? ¿No sería mejor invertir ese tiempo de peloteo en escribir o reinventar tu política para anunciarte? ¿No veis que los spam molestan? ¿Qué queréis que todo os salga gratis y encima si os piden un favor queréis cobrar?
Mi más sincero pésame a la cordura y un par de lágrimas porque, otra vez, el hombre tiñe de gris lo que podía ser blanco. Con lo agradable que sería darnos a conocer sin molestar a nadie, todos colaborando y no poniéndonos la zancadilla, adulando al que más peso tiene...
Yo seguiré dejando mi huella cuando quiera o pueda, a mi manera, sin molestar a nadie y queriendo hacer ruido por mi valía, no por mi osadía.
El Barbus.
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