lunes, 11 de noviembre de 2013

Entrevista: Alberto Morán Roa, escritor

El entrevistado de hoy es el escritor y traductor Alberto Morán Roa, llamado a hacer grandes cosas con la pluma, de momento en el género fantástico.


Y por fin, aquí estás, bajado de la montura para atendernos con las armas envainadas. Bienvenido al blog, Alberto Morán Roa, y felicidades por “El rey trasgo” y la segunda novela que está en camino.

Empezaremos con un… ¿Quién es Alberto Morán Roa?

Es el resultado de soñar demasiado, leer mucho y temer poco; de reírse a carcajadas por muchos motivos, de  formularse un millón preguntas y sonreír como un niño cuando se da con la respuesta de una de ellas. Es alguien a quien nadie avisó que cuando se es adulto uno ha de perder la capacidad de sentirse fascinado, de emocionarse, de volverse un poco loco, o quizá se lo advirtieron y lo olvidó, como otras tantas cosas, o tal vez estaba demasiado ocupado mirando un dibujo, o escuchando una canción, o pensando en alguna historia, y respondió “de acuerdo, de acuerdo” mientras se lo decían. Sin hacer caso.

¿Qué es lo que te impulsa a escribir?

Que me divierto haciéndolo. El día que deje de pasármelo en grande al escribir, dejaré de hacerlo. No tengo ninguna deuda que saldar con un niño que juró que algún día sería escritor, ni un destino al que llegar, ni una meta que debo rebasar para sentirme entero. Lo hago por el mismo motivo por el que me preparo unos pantagruélicos desayunos: porque me gusta.

Todo escritor tiene una influencia, ¿cuál es la tuya? ¿De qué títulos has bebido?

En lo literario me influyen Michael Moorcock, sus personajes con pinceladas trágicas y su atmósfera decadente; J. R. R. Tolkien y su inventiva; Robert Howard y su espíritu, su pasión; Robert Holdstock y su capacidad para crear atmósferas. También me influyen autores como Grant Morrison, del mundo del cómic, o Satoshi Kon, en la animación, por su forma de plantear la ficción y su creación de arcos argumentales el primero; por su visión de la naturaleza humana y lo onírico el segundo. He bebido de muchas fuentes, demasiadas y muy variadas, en diversos medios. Me siento orgulloso de mis influencias mestizas. La pureza degenera en endogamia, en un Austria estéril sorbiendo la sopa que le dan a la boca.

¿Algún autor por el que sientas debilidad?

Los arriba mencionados. En España y dentro del género admiro mucho a Jose Antonio Cotrina, Jesús Cañadas y Guillem López, entre otros. Trato de aprender de la habilidad de Carlos Sisí para enganchar al lector (es un honor que el texto de presentación de Títeres de Sangre lleve su firma) y de la combinación sensibilidad, creatividad, erudición y descarnada pasión que contienen los textos de Álex Portero. Cada uno de ellos es muy bueno en sus respectivos terrenos.

En cuanto a los géneros por lo que te has desenvuelto, ¿sólo fantástica o alguno más? ¿En cuál te sientes más a gusto?

No soy lo bastante inteligente como para meterme en más de un género. O igual si lo soy, pero también soy perezoso y no me quiero mover de la fantasía. O tal vez la fantasía es tan vasta que abarca todo aquello que quiero contar. Sí, creo que es eso. Todo lo que tengo en la cabeza entra dentro de la fantasía. Es mi hogar. Siempre lo ha sido.

¿Dónde y en qué sueles encontrar tus musas? ¿Alguna atmósfera que te sea idónea para escribir?

Mis musas vienen y van, pero siempre me encuentran trabajando. O en un tren. Por algún motivo, las musas siempre me visitan cuando viajo en tren. Regreso de la cafetería con un sándwich de atún que de ningún modo justifica su precio y allí está una, esperándome en el asiento de al lado. “He garabateado unas cosas en tu cuaderno”, dice sin dejar de mirar por la ventanilla, “pero las he escrito con tinta invisible, así que tendrás que repasarlas por encima con tu propio bolígrafo”. Cuando me bajo se despiden con un gesto de la cabeza, sabiendo que nos volveremos a ver. También les atraen el incienso, la cafeína y el black metal atmosférico. Cuando escuchan esto último llegan desnudas, con los ojos pintados de negro.

¿Crees que puedes domar la creatividad o ejercitarla para salir?

La creatividad es como el talento: unos nacen con más, otros con menos. Pero el trabajo duro siempre, siempre, siempre se impone al talento cuando el talento se niega a trabajar duro. Poseo una creatividad, una cierta cantidad, pero trato siempre de refinarla, de mejorarla, de pulirla. No me gusta eso de excusarse en la naturaleza creativa de la escritura para no buscar la excelencia, para negarse a “alterar” esa creatividad bruta. ¡No la estás alterando, gilipollas, la estás mejorando! Tu creatividad es un pedazo de piedra. En algunos casos es una brillante esmeralda. En otros, un tosco cacho de granito. Trabájala con el cincel de la constancia y el martillo de la crítica. Si acabas creando un Moisés de Miguel Ángel, dará igual que sea de simple granito: su belleza cautivará. Si te niegas a trabajarla, seguirás siempre abrazado a tu esmeralda: todos verán su potencial… Pero solo era eso. Potencial. Material en bruto. Un “pudo ser”.

¿Escritura a la vieja usanza o teclado? ¿Algún sacrificio o ritual a la hora de escribir?

Teclado, claro. Salvo mis notas. Esas las escribo con tinta negra, con una caligrafía apretadísima y en cursiva, obsesivamente ordenada y en inglés. ¿Por qué en inglés? Porque no quiero que quien se sienta a mi lado en el metro lo lea. Es un secreto, maldita sea. Es algo íntimo. Para escribir sacrifiqué la tersura de mis párpados, que ahora tienen unas bonitas patas de gallo. El ritual incluye los elementos que mencioné antes para llamar a las musas: incienso, cafeína y música.




Me gusta retar a los entrevistados. Te propongo el siguiente: descríbeme un personaje basado en ti y escríbeme un microrrelato con él de protagonista.

“Me gusta retar a los entrevistados…”. El soñador recuerda aquella petición, por puro y caprichoso azar, mientras relee papeles. Se topa con los resultados de la biopsia, fechada hace unos meses. Confirmaba lo que los médicos intuían y lo que él ya sabía con toda certeza. La coloca en una perfecta pila de folios y casi pierde el sentido al dejarse caer sobre el sillón.
Los vahídos son cada vez más frecuentes. El dolor es ya un viejo compañero. Sobre una silla engullida por sombras en un rincón de la habitación —“no me meteréis en un hospital, hijos de puta”, había ladrado como un adolescente— está la criatura.
—Quería darte las gracias —dice con voz rasposa.
—No las merezco —replica el soñador, tan débil que le duele articular cada palabra.
—No digas tonterías. Contaste mi historia.
—Cualquier hubiera podido… Alguien más capaz, más leído, más hábil…
—Pero la contaste tú. Y quería darte las gracias.
Los dos callan y se observan.
—¿Por qué yo? —pregunta el soñador—. No llevé lejos tu historia. No hice nada grandioso con ella.
—A muchas personas les gustó.
—Sí. —Al soñador se le humedecen los ojos. Jamás lo reconocería—. A muchas. Me hizo ilusión verla en aquella librería. Álex e Iria dijeron cosas preciosas de ella. Y Bárbara le hizo… portadas de tinta.  —Se ríe como un niño—. Era tan ingenuo y tan feliz…
La criatura se baja de la silla y se acerca al soñador. Le extiende una mano gris con uñas muy largas. Cinco dedos viejos, pecosos y enfermos se posan sobre ella como torpes pájaros.
—Te escogí porque fuiste tú el que vino a mí, sin saberlo, a través de las tinieblas.
—¿Como Gilgamesh? —Ríe de nuevo.
—Como Gilgamesh. —Y su sonrisa está llena de afilados colmillos.
El soñador siente un nuevo mareo. Se quita las gafas. Todo está muy, muy borroso.
Emergen de las tinieblas. Decenas, cientos, miles. Brotan de los rincones de su habitación y se arremolinan a su alrededor en perfecto silencio. En el interior de su cuerpo, el soñador nota cómo algo se apaga.
—Adiós —dice con voz queda, despidiéndose al mismo tiempo de los seres y de todas las personas a las que conoció.
—Adiós, soñador —contesta la criatura, sujetándole la mano con fuerza—. Adiós, rey de los trasgos.
Antes de marcharse, el soñador se hace una última pregunta. La respuesta es evidente. No por ello deja de sonreír al descubrirla.
En la habitación solo quedan el silencio, las sombras y los trasgos.

Vamos a centrarnos en los trasgos… ¿Cómo nació “El rey trasgo”?

Nace cuando una criatura enloquecida y lúcida se apropia de muchas de las ideas que me rondaban por la cabeza. Las hizo propias, incorporándolas a su propia historia. Así empezó.



¿Cómo fue el proceso de escritura del primer título “El rey trasgo.  La ciudadela y la montaña”?

Varios meses de preparación y nueve meses de escritura seguidos de varios de revisión y corrección. Lo recuerdo como un proceso bastante constante, sin grandes sobresaltos ni periodos de inactividad.

¿Qué sentiste al verla publicada?

Emoción, claro. Sorpresa, expectación y alegría. Y cierto nerviosismo. El cierre de AJEC aún estaba reciente y me estaba adentrando en un mundo que aún no conocía.

Cuéntanos hasta donde puedas de la segunda parte “El rey trasgo. Títeres de sangre”.

Continúa después de los acontecimientos narrados al final de La Ciudadela y la Montaña. Mientras que la primera novela giraba en torno al aislamiento y la guerra, la segunda trata sobre el poder que ejercen sobre nosotros aspectos como la curiosidad, la ambición, la familia, la responsabilidad o la venganza; cómo tiran de nuestros hilos para conducirnos a través de ese largo camino que llamamos vida. Es una historia más grande, con más personajes y en entorno más abiertos, con un enfoque más amplio de la historia. Los protagonistas ya estaban presentados, el mundo ya estaba descrito y la premisa de la saga ya había dado sus primeros pasos, de modo que me permitió relajarme y recrearme en distintos aspectos: escenarios, personajes, situaciones, diálogos, vivencias… Estoy profundamente satisfecho con el resultado.



¿Difieren mucho los resultados finales con respecto a las ideas originales?

No demasiado: soy bastante respetuoso con las ideas originales, con la estructura que construyo para la novela antes de empezar a escribirla. Hay cambios, claro, pero lo sustancioso sigue ahí. Aunque en Títeres sí que ha habido varios personajes y situaciones que han surgido en los estadios iniciales de la novela, son elementos nuevos que brotan de ideas que ya estaban planeadas y preparadas.

¿Algún personaje favorito? ¿Cuál crees que es tu personaje más completo?

Mi personaje favorito, claro, es el Rey Trasgo. ¿Personajes completos? Prefiero que eso lo decidan los lectores. En mi cabeza todos son igual de completos, pero son los lectores quienes tienen que decidir cuál de ellos funciona mejor en el papel.

Hay quien para crear en los personajes se basa un poco en personas conocidas y hay a quien los pare sin más, ¿tú cómo lo haces?

Aparecen de la nada, o más bien aparecen de ese cúmulo de recuerdos, impresiones e ideas que es mi mente. Muchos de ellos tendrán ciertos elementos de personas que conozco, pero no es algo deliberado ni mucho menos. Simplemente aparecen ante mí, muchos con las personalidades ya perfectamente definidas, algunos con ideas básicas que enseguida empiezan a crecer, y yo me limitó a escribir sobre ellos, a describir el retrato que tengo ante mí y a transmitir la historia que me cuentan.

¿Sabes hasta dónde pretendes llegar? ¿Tienes un final pensado?

Claro: sé exactamente cómo terminará la saga. Conozco el final de cada personaje y qué acontecimientos los conducirán hasta ahí. ¿Qué ocurrirá entretanto? Eso ya está por ver. Mi idea es escribir una pentalogía. Quiero que la tercera parte se subtitule “Un puñado de magia”. La cuarta será “Para que la noche no nos alcance”. La quinta, simplemente, “Caos”.

¿Alguna recomendación a quienes estamos empezando? Más concretamente a quienes tienen la neura de aventurarse con esto de la fantasía.

¿Empezar a leer el género o empezar a escribir? A los que están empezando a leer: leed aquello que os emocione y os haga disfrutar. Dejaos guiar por lectores más veteranos pero no toméis sus palabras como dogma ni convirtáis en propios los gustos ajenos. No os quedéis en lo estético, en los dragones y las espadas: solo son atrezzo. Buscad el mensaje que hay debajo. Probad distintas corrientes, diferentes puntos de vista, un surtido de voces. Si os ofrecen doctrina, abrazad la herejía.
Si estáis empezando a escribir, no soy quién para dar consejos. Aún no tengo la trayectoria, los conocimientos ni la experiencia. Por cada cosa que puedo enseñar tengo mil que aprender. Pero sé tres cosas: que hay que escribir de lo que uno sabe, de lo que a uno le apasiona, y que hay que buscar siempre la mejora continua y la propia excelencia. No escribáis de lo que no sabéis, de lo que no conocéis, porque cuando alguien que sí sabe y sí conoce lo lea sabrá que es mentira. No escribáis otra cosa que aquello que os apasione o sabrá a pan sin sal, a polvo por compromiso, a aburrida tarde de domingo. Y sed muy críticos con vosotros mismos. Sin piedad ni prisioneros. Mejorad constantemente, aprended día a día, o quienes sí lo hacen os enterrarán.

Lejos de “El rey trasgo”. ¿Algún otro proyecto en mente?

Pasará un tiempo hasta que vuelva a escribir sobre el trasgo. Quiero descansar. Hasta entonces escribiré una cosa que ya he empezado. Algo oscuro, retorcido, triste, con gotas de esperanza. Me está gustando mucho escribirlo.

El género fantástico parece que empieza a dar sus primeros pasos firmes gracias a gente como tú. De la cantera española se están sacando joyas que empiezan a no ser piedras brutas, si no que comienzan a desvelar un brillo embaucador.  ¿Cómo ves tú el panorama nacional? ¿El apellido español empieza a hacer competencia al anglosajón?

El apellido español está a años luz del anglosajón. Por mucho que haya crecido recientemente la producción española, la anglosajona la supera en todos los aspectos imaginables porque lleva muchos años produciendo nombres, distribuyéndose a nivel internacional, afianzando su posición como la marca dominante no solo en lo literario, sino en todo lo cultural. Los autores anglosajones acarrean una formación resultado de décadas de experiencia en los más altos niveles de lo literario y están respaldados por una maquinaria asentada y engrasada.
Lo cual no significa que en España se escriba mal: solo que los anglosajones llevan no solo escribiendo bien, sino montándoselo muy, pero que muy bien, durante décadas. En España la mujer del César lleva años siendo honrada. En el mundo anglosajón lleva décadas no solo siendo honrada, sino pareciéndolo. No sé si me explico.
El panorama nacional ahora mismo es mejor que hace años, pero aún hay un recorrido larguísimo por delante, y durísimo, y como nos durmamos en los laureles nos daremos tal hostia que no recordaremos nuestros nombres. Hay que producir más y mejor. Hay que sacar más nombres y que estos escriban con una creciente calidad. Hay que vender mejor el producto en el mundo, hay que crear más puentes (en dos direcciones) con América Latina —no puede ser que un autor que escribe en español, idioma hablado por 400 millones de personas, se circunscriba por la fuerza a un mercado de 45 millones en el que leen unos pocos—, hay que crear voces propias, escritos con identidad que creen corrientes, aunque sean pequeñas. Hay que contar con el respaldo de editoriales grandes, cosa que por fin está ocurriendo. Hay mucho trabajo por delante. Y con un panorama tecnológico en permanente cambio de por medio, va a ser duro de conseguir. Mucho. Pero las mejores cosas de la vida lo son.


¿Qué piensas que hace el género fantástico distinto?

No tiene límites. ¿Tienes una idea? En el género fantástico tiene cabida. Es el género más generoso, el más acogedor. No juzga, no tiene un canon o una única corriente: tú fijas los parámetros y las leyes. La fantasía es inabarcable.

De todas las críticas que has recibido, ¿alguna a la que le guardes cariño?

Las de Chema Mansilla, Cristina Jurado, Iria Parente, Alexander Páez y Miguel Qodony. He aprendido muchísimo de ellas, sin desmerecer en absoluto a las demás, me han emocionado y aún las releo de vez en cuando. Aprecio muchísimo las reseñas, las he escrito durante bastante tiempo y ahora que las veo desde el otro lado me ayudan a mejorar. Escribí sobre ello en el blog hace unos meses.

Y sobre las presentaciones, ¿cuál ha sido la más emocionante para ti? ¿Alguna anécdota en especial?

En la primera, en el festival Celsius de hace un par de años, estaba tan nervioso que apenas recuerdo alguna que otra escena. Adoro las presentaciones, me gusta hacerlas dinámicas, entretenidas, hacer cómplices a los asistentes de la pasión con la que creé El Rey Trasgo. En adelante, eso sí, quiero hacerlas todavía más participativas. ¿Una anécdota? Presenté la novela en una espléndida sala perteneciente al local Las Nieblas de Avalon. Para hacer más llevadera la sesión de firmas, me dieron absenta verde para beber. Qué divertida fue el resto de la noche… Ahora bien, no ha habido presentación que me genere tanta expectación como la que tendrá lugar en Fuenlabrada. Habrá muchas sorpresas…

¿Cuál ha sido la pregunta más rara que te han hecho?

La verdad es que hasta ahora no me han hecho ninguna pregunta que yo haya considerado rara, y es una pena. Me encantan las observaciones extravagantes, las preguntas que me pillan con el pie cambiado, los comentarios incisivos. Bring’ em on!

¿Y la que nunca te han hecho y te habría gustado que te hicieran?

Sería bonito que un productor cinematográfico con demasiado dinero y tiempo libre me preguntase, con lágrimas en los ojos, “¿dónde has estado toma mi vida?”, ¿verdad?

¿Cómo ves el panorama literario actual?

En un proceso de cambio. Muchos conocerán la vieja maldición “ojalá vivas tiempos interesantes”. Pues estos tiempos están siendo interesantísimos.

En referente a los blogs, ¿cuál crees que es su importancia? 

Hablé de ello en el blog, de su importancia y valor, como lector y como autor. No tengo tiempo de seguir asiduamente tantos como me gustaría, pero en España hay blogs interesantísimos. A un lector que fuese a empezar le recomendaría que escribiese solo porque le gusta la idea y quiere compartir su afición con otros lectores. Si existe cualquier otro motivo (“quiero hacerme famoso y relevante”, “necesito un altavoz para oírme más alto a mí mismo”, “han dejado de gustarme la mayoría de libros y quiero reemplazar el subidón que ya no me proporcionan por el subidón de la notoriedad”, “quiero ejemplares gratis”) le desaconsejaría la idea.

Para finalizar, te dejo este hueco para que añadas algo que te gustaría comentar y no se te ha preguntado.

Si os gustó La Ciudadela y la Montaña, Títeres de Sangre os va a encantar. Si no os gustó, creo que apreciaréis una mejoría en casi todos los niveles. Os espero a todos en el Festival de Fantasía de Fuenlabrada, el sábado 16 de noviembre en la sala Estrella de la Muerte, de 13:00 a 14:00. Habrá sorpresas, buen ambiente un autor emocionado como el primer día. Hasta entonces, sed buenos con quienes lo merezcan.

Por nuestra parte queda agradecer tu paciencia y dedicación a esta entrevista. Espero que hayas disfrutado respondiendo como nosotros eligiendo las preguntas. Espero que sirva para que la gente que aún anda despistada sin saber quién es Alberto Morán Roa, te descubran.

Gracias a ti, sabes que es un placer. Un fuerte abrazo.





4 comentarios:

  1. Una entrevista excelente, Pablo. Ha sido un placer conocer a Alberto Morán.
    La comparto ;)

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  2. Tendrá que ser un placer leer algo suyo, si escribe así en una entrevista. La verdad es que ya me había fijado en "El rey de trasgo", pero aún no me he animado. Posiblemente lo haga en algún momento con ese o con otro libro del autor.
    Saludos.

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    Respuestas
    1. Yo tengo fichada su primera novela desde hace tiempo... En cuanto baje el ritmo de exigencia de la Universidad y disminuya la lista de pendientes, sin duda iré a por él.

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